Hauntología

artista: Selva Varela
curaduría y texto de sala: carina borgogno
21 mayo de 2018

Cuando nos encontramos frente a la obra de Selva Varela nos surgen síntomas de naturaleza problemática, ya que nos enfrentamos ante una encrucijada formal y conceptual.
¿Qué estamos viendo? ¿Acaso la imagen evidencia la realidad, la representa?

Habitamos una contemporaneidad donde lo binario se ha desvanecido en su potencia y convivimos con presencias espectrales, fantasmagóricas, donde el pasado se repite de forma nostálgica y experimentamos un futuro que parece cancelado. Así fue como Mark Fisher interpretó la hauntología y desde esta propuesta curatorial nos hacemos caja de resonancia para ligar el arte y la filosofía.

La exhibición propuesta inicia su recorrido -en la primera mitad de la sala- con obras realizadas entre el 2012 y 2015. La pintura al óleo sobre lienzo y sobre papel es la manera que tiene la artista de construir su cuerpo de obra desde que inició en 2003. En este sector reconocemos el pixel como indicio y evidencia de una nueva forma de crear en la era digital y al mismo tiempo -tomando distancia- ramas, hojas y árboles se elevan multicolores, brillantes y reconocibles. Uno de los muros presenta un políptico, Construir, 2012 donde seis obras nos permiten ver la creación de un árbol, su crecimiento y ensanchamiento de la copa. Sobre el piso -haciendo raíz- Construir 2, 2013, obra que la artista despliega como un rompecabezas, en un juego de construcción y deconstrucción analógica. Desaparece la virtualidad para convertirse en materia, en pincelada densa y húmeda, desaparece el árbol como mímesis y se hace virtualidad. Aquí exploramos como espectadores un territorio esquivo, inestable, espectral, donde el fenómeno hauntología se manifiesta.

¿Porqué árboles?

Ramas, 2015, Verde, 2013, Azul, 2013 y Otoño, 2014 concluyen esta aproximación a la realidad, develando como gesto primario el uso de la fotografía digital, su posterior manipulación y una libre actualización del pixel intervenido por una paleta cromática que altera el archivo original. Quizás Selva Varela devuelve a la virtualidad un poco más de humanidad. Así en este restablecimiento del futuro acontece la presencia de una ausencia y la ausencia presente. La presencia invisible de aquello que no está allí. El árbol ¿O sí está? La interrogación nuevamente y sin respuesta tranquilizadora.

“El árbol es orgánico y en esta virtualidad híper ampliada, que nos propone una naturaleza de pantallas, yo vuelvo a organizar el árbol con el pincel, lo vuelvo a crear y por momentos necesité ocultarlo, para descubrirlo”. Así nos relata Selva su experiencia mientras transita sus obras que requieren un riguroso método de ensamblaje donde la cuadrícula como red de líneas trazadas en grafito, dejan de pertenecer al mundo de las filas y columnas y se imantan de colores espesos. El límite es el gran desafío.

En la segunda mitad del sala, la explosión de nuevos colores germinan y “el árbol” requiere ser desocultado. A veces se encuentra atrapado entre tramas de colores, disimulado entre diseños superpuestos, otras, camuflado bajo un color que confunde su apariencia. Las obras suspendidas desde lo alto necesitaban un montaje liviano y circular, para poder dar forma a un tronco-vacío que constituye este nuevo escenario de los futuros posibles. ¿Acaso la naturaleza no está en riesgo?

Este trayecto de la exhibición dialoga con dos obras, donde la proyección isométrica y el píxel representado con óleo se entrecruzan. Nuevos imaginarios, nuevas lógicas y nuevas herramientas se diseñan desde el arte, desde la ficción como una metodología para prototipar objetos tangibles con una estética deliberada. ¿Es posible pensar en una zona autónoma?

En este contexto de futuros posibles, probables, plausibles, deseables y no futuros descansa con aplomo -en este recorrido- la fotografía en un árbol como impronta de lo real, quizás como vestigio arqueológico, espectro es algo que no es, pero es igual a lo que fue y a lo que vendrá. Participar de manera diegética de nuevas narrativas y evocar futuros estéticos, es el viaje que nos proponen las obras de Selva Varela en Hauntología.