Sobre Mi Piel

artista: débora santángelo
curaduría y texto: carina borgogno
octubre 2019

Realizar una exposición de obras de arte que construye unx artista, no es el cierre de algo, ni el final de una etapa, quizás es más interesante abordarla como un espacio de tiempo que se abre para reflexionar sobre el camino recorrido.

Unx artista, siente, percibe, intuye, piensa, trabaja y el en torbellino de acciones surgen ideas que se nutren y pueden pasar a otro estado y ser obra. Entonces, crear es un acto mágico, donde se produce una transformación y lo nuevo implosiona.

El espacio de tiempo que inauguramos hoy en Quema la Nave, es el de Débora Santángelo para permitirse mirar hacia atrás e indagar desde sus elecciones de vida hasta el cuestionamiento sobre las materialidades utilizadas en una obra. Así se filtran varios elementos que juegan y bailan con la misma gravedad.

Esta demora implica revisar las obras construidas y para ello se elige la exhibición donde la otredad se adiciona para brindar nuevas interpretaciones. De modo que una exposición deja de ser una acción artística individual para ser un acto colectivo y la danza sigue incorporando nuevos integrantes.

El fotógrafo chileno Sergio Larraín, le escribe en 1982 una carta a uno de sus sobrinos donde le deja instrucciones para la creación fotográfica, desde cómo elegir la herramienta hasta preceptos cargados de magia amorosa. Uno de los párrafos finales dice: “Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando.”

Débora Santángelo en Sobre mi piel despliega varios de los principios que Larraín describe en esta carta-oráculo y nos hace cómplices-partícipes de las imágenes que desarrolló entre 2016 y el presente.
La serie Piel, está compuesta por seis imágenes fotográficas que originalmente retrataron pequeños territorios casi invisibles que se presentan sobre la piel. Estas huellas fueron seleccionadas, editadas, transformadas, dispuestas en capas y dieron origen a una nueva constelación, donde los colores huyen de la figuración y le dan la bienvenida a extraños cromatismos. ¿Cambios en la forma?¿Cambios en la piel? ¿Cambiar el cuerpo? Estas obras se disponen en la sala flotando, adheridas a los muros, en soportes diversos como acetatos y papeles texturados y también se ven en la inmensidad de lo virtual proyectadas con luz.

Otra serie elegida para esta demora es Cicatrices donde la artista interviene nuevamente la imagen digital y erige una superposición antagónica. Su saco está zurcido de cicatrices y anclado en el dolor profundo exorciza el sufrimiento y se borda la piel abierta. Esta imagen – que es gesto- se repite, se repite, se repite; migra a su atuendo y no lo oculta. Nuevamente la artista es insistente en su comentario y nos habla sobre la vulnerabilidad del cuerpo y de su herida. Algo debe ser reparado: aguja e hilo.

En la última serie elegida para este proceso Santángelo polemiza sobre las decisiones, y el cómo salir al mundo. ¿Cuáles son los conceptos con los que se identifica para abordarlo? Estas palabras impresas en papel montadas sobre objetos de metal, actúan como talismanes que aligeran o dificultan el habitar cotidiano. ¿Cómo salimos a la vida?, nos pregunta la artista; ¿con amor, con rencor, con pasión? Brazaletes, collares y anillos se disponen en una falsa vidriera para que nosotrxs como espectadores dispongamos de ellos.

El itinerario del tiempo demorado que nos brinda Sobre mi piel propone la reflexión, nos hace preguntas y tiene como objetivo huir de las respuestas dogmáticas. El arte de Santángelo inicia desde sus vísceras, desde su dolor y en el devenir creativo le atribuye colores y texturas. Sobre mi piel nos deja vestigios, señalamientos, que actúan como un síntoma, para que nos cuestionemos sobre nuestra fragilidad y nuestras heridas.